Nuestra querida
Latacunga encierra una maravillosa riqueza cultural ¿Cómo sabemos que es
patrimonio y que no lo es? Una pregunta
no muy complicada. Empecemos por apreciar lo que el centro histórico nos
ofrece; caminar por sus plazas, conversar con la gente, acudir a los eventos
culturales, preocuparse por el cuidado, proponer ideas innovadoras en beneficio
del mismo. En fin… palpar la realidad.
Conocer el lugar
donde vivo llena de orgullo, pues así no estoy perdida, para lo cual mi
identidad debe estar clara, José Cobo, catedrático menciona que tener identidad
“es amar a la ciudad; es hacerse participe de sus problemas, luchas;
configurado sus leyendas, tradiciones; haberlas practicado”. El ser humano que conoce su identidad no deambula
sin una dirección. Es el primer paso para valorar nuestro patrimonio.
Tiempo atrás en
las instalaciones de la Universidad Técnica de Cotopaxi recibimos un foro
respecto a Patrimonio organizado por el Instituto Nacional de Patrimonio
Cultural (INPC) donde exponían
Arquitectos que habían logrado reconstruir iglesias, pinturas, esculturas y
demás artes con el debido cuidado dando la importancia que se merece.
Javier Ceballos,
organizador y un apasionante del rescate
patrimonial dejo un mensaje a los estudiantes concienciar “para decidir sobre
lo que estamos haciendo, ayuda mucho a la autovaloración para saber que tenemos
historia”. Lo que nos rodea es nuestro y necesita ser cuidado, valorado, renovado
¡si! Renovado pues cada generación deja su huella. Pues como dice Ceballos “somos
hijos de los tiempos”
Toda generación
debe asumir la responsabilidad de expresar valores culturales; conocer lo que
tenemos y hacer lo necesario para difundir la importancia de tener nuestra
propia historia, plasmado en construcciones, saberes orales, costumbres,
tradiciones y demás expresiones culturales que identifican nuestra vida.
Si trabajamos todos juntos podremos entender
la existencia histórica de nuestro Patrimonio.
Por: Lilia Cofre
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